sábado, 2 de febrero de 2008





HOMO HOMINI LUPUS




Racismo aquí entre nos

Leo con algo de retraso (consecuencia de las últimas caóticas y privativas -por lo caro de la gasolina, las casetas, los hoteles y todo un interminable etc- vacaciones) una breve nota de Rogelio Guede en La Jornada Semanal.

Vaya que lo que plantea es del máximo interés. Se pregunta ni más ni menos si los mexicanos no seremos unos racistas, pero embozados, encubiertos, de los que no lo reconocen ni a guamazos. La pregunta, como digo, es de lo más importante.

La inquietud del escritor parte del momento que le tocó vivir en una alberca -piscina dice él, finamente- en la que disfrutaban parejas de las más diversas razas: maoriés con güeros, japoneses con africanas, hindúes con europeas. Estoy citando sin el texto a la mano, no más de memoria.

No sé en qué alberca habrá estado Guedea. Por estos rumbos no es frecuente tan variado y surtido meltingpot; pero eso es lo de menos. Lo primero que conviene señalar, creo, es que se tenga en cuenta que el racismo tiene muchas caras. Ya no estamos en la época del racismo duro y desvergonzado de los tiempos de antes de la II guerra mundial. El racismo a lo nazi (que no eran los únicos), por ejemplo, se vino abajo con la derrota de las fuerzas de Hitler en 1945. Pero eso no significó la desaparición del odio a los otros por simples cuestiones como la piel, las costumbres, la religión y similares y conexas. Todavía siguió durante décadas el racismo kukluxkanesco de los yunaites. Después de eso fue adquiriendo otro rostro, mimetizándose. Ahora una de las más fuertes muestras de racismo es precisamente el rechazo del otro, violando sus derechos o privándolo de su cumplimiento, por su simple condición humana, o sea, por ser mujer, por el color de la piel, por la opción sexual que ha escogido alguien, por proceder de otro lugar del planeta y aspectos así. Pero una de las obvias pruebas de racismo es el rechazo al contacto con el otro, el/la diferente, evitar la mezcla. Una gran cantidad de mexicanos incurrimos (y me incluyo, porque una de las características del racismo más o menos sutil, que no lo es tanto, es la inconciencia con que se practica) en ambas modalidades de racismo. Eso es lo que compruebo a diario. A cada rato se rechaza al otr@, aquí en México, por los motivos que acabo de señalar y ni se diga lo que tiene que ver con juntarse con alguien de otra etnia. Pero además, el racismo aquí entre nos no es cuestión de un solo grupo respecto de otros, por ejemplo, los blancos o meztizos con dinero y poder contra los demás (indígenas, nacos, extranjeros, homosexuales y todo eso), pues también estos grupos segregados o en condición de desventaja social practican el mismo o equivalente rechazo contra todo otr@, incluyendo si se trata del sector favorecido social y económicamente. O sea que el tema es complicado, pero agradezco a Rogelio Guedea que lo haya replanteado, aunque tal vez está siendo demasiado prudente, conservador ante algo que me parece que precisa del más feroz combate de los sectores críticos.

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LOBA, ¿ESTÁS AHIIIIIIII?

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¿SERÁ?



Telecomunicaciones para indígenas


Hay veces que suceden cosas que parecen milagrosas. No creo en milagros, pero no puedo negar que hay cosas que se le parecen. Quién sabe con qué intención real o si les picó alguna mosca rara, pero resulta que una empresa de telecomunicación inalámbrica tan despiada en eso de ganar dinero a como dé lugar, como Movistar (es decir, en el fondo, me acabo de enterar por el periódico, la empresa española Telefónica -que por cierto nunca se presenta como Telefónica sino como Telefonica, sin el acento y eso que son españoles-) decidió habilitar una central de llamadas en el idioma de los indios mapuches, de Chile, que se llama el mupudungun. Dice la prensa que la gente, incluyendo los políticos y autoridades en general celebraron la decisión, como altamente positiva. Yo también lo celebro y concuerdo también en que es un reconocimiento al carácter multicultural de un país como Chile, y en realidad todos. Espero que la medida sea sincera y no se convierta en una herramienta más para "asimilar" -o sea, aniquilar- a los indígenas mapuches. Pero sobre todo me voy a poner a esperar a que suceda algo como eso aquí, en este México lindo y querido, multicultural sin lugar a dudas, y donde dizque no somos tan racistas -¿qué tanto es tantito?-. Me va a dar un gran gusto por ejemplo ver cómo los otomíes del estado de México tienen su central de llamadas y los yaquis de Sonora y los purépechas de la sierra Tarahumara en Chihuahua o los tojolabales de las comunidades de Chiapas. ¿Será?









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