sábado, 28 de junio de 2008

ALGO HUELE A PODRIDO EN...
LA LITERATURA


El periodista macedonio Vlado Taneski


CRIMEN Y REALISMO

La prensa recogió la noticia con bastante extrañeza, y como siempre que le conviene, rasgándose las vestiduras con lujo de escándalo. A mi la verdad, no me sorprendió; no niego que me llamara bastante la atención pero me pareció que, en la información no se hablaba de algo que estuviera confrontado con la lógica de las cosas.

Lo que los periódicos cacareaban era el caso del hallazgo y posterior detención de un periodista en Macedonia, al que se le acusaba de matar mujeres para luego escribir sobre ellas y la manera en la que habían sido asesinadas. La noticia es del 21 de junio, y en el lenguaje típico del periodismo, hablaba del periodista Vlado Taneski, de 56 años, y apodado a raíz de los hechos, por sus propios colegas como el Monstruo de Kicevo.

La artimaña de este "endividuo" no podía ser más elemental, tramposa y eficaz. Simplemente se despachó a tres señoras de entre 55 y 70 años, en los años de 2003, 2004 y el que corre. Primero las violaba, las maltrataba brutalente y finalmente las asfixiaba y descuartizaba, y luego de esparcir los pedazos en diversos basureros ilegales se comportaba como un periodista que se interesaba por lo sucedido, incluyendo las idas a sus velorios, visitas a sus familiares, dando a entender que hacía una investigación para escribir sobre estas atrocidades.

Dos datos que añaden coloridos nefastos a toda esta historia. Según parece, todas las víctimas se parecían a la madre de Taneski (¡Ay Freud!), y la otra es que mientras el asesino escribidor andaba a lo suyo, gozando de libertad plena, dos pobres infelices, acusados en falso llegaron a ser condenados a cadena perpetua. O sea que... un verdadero jijo de la... ya saben quien.

A mí la verdad, es que la noticia no me parece la gran cosa si se compara con todo lo que sucede a diario en las ciudades más grandes del mundo. No es el criminal en sí, ni sus crímenes horrorosos lo que me llama la atención y considero de por sí e indiscutiblemente abominable. Pese a mis apariencias, no soy una hermanita de la caridad, ni ando dando cursillos de catequesis y moralina.

Lo que sí me resulta digno de tener en cuenta es esa liga entre el acto de matar brutalmente a gente indefensa, señoras que con su trabajo diario sacaban adelante adelante, y el acto de escribir (sea periodismo, novela, cuento o lo que sea). Ahí es donde yo veo una vinculación probable por no decir que sospechosa entre el auge cada vez mayor de un hiperrealismo narrativo y la falta de imaginación. O sea que, barajado de otra manera, ante la ausencia de creatividad y a causa de las exigencias de un realismo cada vez más crudo y duro, lo que sigue entonces es practicar lo más horrendo, para después llevarlo a la página en blanco a la manera de lenguaje directo, plano, detallista y sensacionalista que se usa en el periodismo.

Estoy convencida que el meollo de la literatura es la creatividad en el lenguaje y no la recreación prácticamente filmográfica de hechos más o menos ficticios o realistas. Actitudes como las del macedonio Taneski lo que hacen es poner en evidencia el avance de una falsa literatura comercializada a base de efectismo, a la que el lenguaje o sea la verdadera literatura le importa un cacahuate y sólo busca impactar, con dosis cada vez más fuertes de crudeza, a un lector sumido en la confusión gracias a la acción mediática.

A este paso podemos llegar a una aniquilación de la literatura por medio de los purititos hechos. ¿Para qué escribir o hacer películas sobre asesinatos? pueden pensar los Taneski que anden por allí, y así se llegue a la alarmante situación (que se dice fácil y suena muy bonito cuando es platicadito, pero que me imagino diferente cuando se trate de hechos reales) de conformarse con convertir la "literatura" en algo visto como "el asesinato como una de las bellas artes", como creo que decía el adorabla Thomas de Quincey.


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LOBO, YA SE QUE NO ESTAS AHI ¿Y...?

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