lunes, 28 de abril de 2008

Joseph Frtizl, el Monstruo autría del Sótano del Incesto





ALGO HUELE A PODRIDO EN... AUSTRIA




EL AMOR Y OXXIDENTE

¿Ya se enteraron? ¿No se han enterado todavía? En lo que lo supe me sacudí bien lejos la modorra y me lancé rauda a resucitar mi blog, pobrecito tanto tiempo paralítico. Resulta que acaban de agarrar a un vejete de más de 70 años que mantuvo encerrada a su hija por más de 24 años en el sótano de su casa. Sucedió en una ciudad austríaca y en ese tiempo el muy paternal y amoroso hijo de su qué barbaridad le hizo 7, ¡siete! hijos a su hija. Convertido en padre y abuelo de la prole, mientras que la otra pobre era literalemente hermana y madre de sus hijos-hermanitos, hacía una vida social normal y hasta lo tenían, en su entorno, por un tipo jovial, sociable, afable y todos estos epítetos de la buena onda. Lo primero que ronda a la noticia -aparte del estupor que causó entre los autríacos- fue un alud de preguntas. A servidora se le ocurren unas cuantas, a saber: si la hija sometida a incesto -y de algún modo incestuosa ella misma- tiene ahora 42 años y estuvo en el hoyo por espacio de 24, por simple regla de tres quiere decir que la enclaustró allí su amoroso y amante padre a eso de los 18 años de su edad. ¿Estaba en sus cabales para aguantar tanto tiempo, mientras el otro, el molcas, se le montaba y la inflaba a lo cañón a base de semen sin intentar jugársela, o sea fugársela? ¿Era que le cogió gusto al enclaustramiento o que su tierno padre la mantenía encadenada y en situación de aislamiento total, que ni los gritos que diera pudiera oír nadie? ¿Y nadie en el vecindario fue capaz de observar o sentir nada raro? ¿Y por qué no se escapó nunca la bendita, esta tocadiscos o era también parte del compló (por aquello del extrañísimo síndrome de Estocolmo, que de veras es el colmo)? ¿O es que el famoso tabú del incesto empieza desde los más grandes y activos incestuosos?. Por ejemplo, de los siete vástagos que le empazonó (y emponzoñó) se les murió uno, quedaban 6, pero de esos, tres subieron a la parte de arriba de la casa, o sea que vivían como todo hijo de vecino normal, mientras que los otros tres siempre estuvieron encerrados y no conocían la luz del día. La preguntotota es cómo podía estar haciéndose la güey su esposa dél que viviá con él, con el monstruo pues, con el cuento de que, cada tanto aparecía un niño expuesto, expósito, en la puerta de la casa del horror. ¿Tantos expósitos y que la vieja no dijera nada, ni tampoco los vecinos? ¿Y cómo era que conseguían registrarlos como ciudadanos austríacos, así nomás? Y lo más camión es que todo esto está pasando en un pais de esos bien orgullositos, quesque de primer mundo, donde no hace tanto también se descubrió otro caso de una niña que fue secuestrada cuando tenía 10 años y otro monstruo pederasta la mantuvo encerrada en su sótano, a lo largo de 8, hasta que se escapó. Hay que pensar seriamente en eliminar los sótanos, en Austria y en muchas otras partes. El hecho da para los análisis y las preguntas más diversas, pero estas líneas no van por ahí, sino que son puritito desahogo. Hay que tener la sangre un poco más fría que la de esta guerrerense parlanchina y encanijada, para abordar un rollo así con serenidad y entereza. Lo dejo para otro momento o se lo propongo a otr@. De todos modos no me voy sin aventar por lo menos una última pregunta: ¿cómo está el amor y el exo (o sea el sexo) en los tiempos de la culera falta de paradigmas? ¿Se vale toda clase de abusos y la mentada globalización, que globaliza el negocio, el mercado y la lana, ni siquiera es capaz de contar con eficientes policías da barrio y de pueblo, mucho menos de armar procesos globales de persecución del crimen sexual y de la pederastia y el abuso a menores de todas las latitutes? ¿Se vale que la globalización del mal oxxide, enroñe, pues, todo lo que el hombre necesita en el terreno del amor y el afecto, mientras lo que circule a toda madre sea el dinero oportunista y especulativo? ¿Vale la pena un pinche mundo así, donde lo más hermoso y digno está cayendo en las garras del interés egoista y destructivo a todos los niveles? De veras que las cuentas de la globalización están saliendo impagables en todos los terrenos, incluyendo el de la destrucción de la infancia, de la sexualidad sana y toda una serie de cosas que, todavía a servidora, pese a su relativa juventud le tocó medio ver y conocer. Y por ahí viene una película que me prometieron prestar sobre el tráfico de menores a los estados gabachos. Cuando la vea se las comento. Mientras tanto... a cuidar su cuerpecito por que el lobo de la mujer, primero que del hombre, pese a todo lo que dijera el gran sabio de Hobbes.



LOBO, NO SE TE OCURRA METERTE EN NINGÚN
SÓTANO POR AHÍ

viernes, 4 de abril de 2008


La vida desierta. La vida de cierta...


Pasan los días y el suave viento del desierto, como para tener una justificación cuando vengan los calores tremendos del verano, trae todavía un halo de frescor.

Empieza la vida con la calma chicha posvacacional. Veo a los demás maestros y a los alumnos, con sus mochilones, moverse con lentitud, como si ahora fueran ellos los que cargan la cruz del Cruficicado, después de la semana santa y la semana posterior de vacaciones.

El espectáculo me pone a pensar, o sea, me pone las neuronas (y la neura) en movimiento. Me digo para mi misma -¿para mi miasma?- lo suertuda que estoy siendo, al no depender de la sep, ni de elbaestheres -a pa´jeta demoniaca, la condenada- para hacerla de maestra. De veras que es una suerte estar en el proyecto de promoción de la lectura del conaculta (ya sabemos que pertenece a la sep, pero no es lo mismo que las secundarias y las prepas, por fortuna) y dedicarme a estimular el gusto por la lectura entre la chamaquiza. Lo mejor de todo es que no tengo la presión -como sí la tienen mis colegas del territorio comanche de las secu-prepas- de los padres de ciertos bodoques que están metidos en el narco y se la pasan haciendo sentir su amenazante poder sobre los profesores. Aquí cualquier roce en el callo del narcomenudista -o no tan poquitero, digo- que anda con su camionetota Hummer, que saca de una mansión con su antenota parabólica y toda la cosa puede traerle a uno, a quien sea, consecuencias muy graves.

Pero venía diciendo que no es mi caso. La verdad es que a los jóvenes de este pueblote -que, aguas, tambiés dizque es villa, faltaba más- de Caborca, otrora paraíso de la tranquilidad, el trabajo, la dedicación y la moral católica, la lectura les importa menos que un cacahuate partido por la mitad.

No lo digo para sumirme en la tristeza; en todo caso, lo digo por lo que tiene de tranquilidad, porque los narcojuniors no ven en la ignorancia de lo que yo enseño ningún peligro y chance y hasta se conseguirán por ahí, sin mucha dificultad, el certificado de que estuvieron quesque estudiando con una morrita quesque para apreciar la lectura de literatura.

Así que la vida desierta de cierta promotora cultural en Caborca es una lucha a muerte contra un aburrimiento letal. Más allá de la tele, de algún centro de devedés y de una oferta cinematográfica infame (que también gira, de una u otra forma en torno al narco), me quedan mis eternos amigos los libros y los atractivos del lugar.

El desierto mismo es una chingonería, pero de estoy hablaré en otro post de mi blog. La playa ha sido una de mis salvaciones estos días de adaptación, güeva y depre, pero playas hay en muchas partes y todo mundo las conoce (y si no las ha visto de adeveras se ha metido, con temeridad inusitada, en esas cosas que ha puesto Ebrard para los bañistas frustrados del DF en semana santa), así que no tiene mucho caso hablar de eso. Digo lo de frustrados, porque ya sabemos que en todo defeño hay un acapulqueño vacacionista, al que no siempre se le hace y chin... se tiene que quedar a asolear en la azotea del edificio. Lo que sí me ha parecido fuera de serie son los petroglifos de los antiguos indígenas hohokam; hace un poco más de una semana, fui a ver los que se encuentran en el Cerro de la Proveedora. Son una verdadera maravilla; los que más me gustan son los que tienen motivos de animales diversos, pero hay de muchas clases y todas dignas de verse. No me voy a cansar de hacerles promoción y propaganda. Los petroglifos son la prueba del peso del pasado en la calidad de nuestras vidas. Es verdad que Caborca está marcada por la sombra de Caro Quintero, el Chapo Guzmán y los hermanos Beltrán Leyva, pero más allá de esas lacras y su dinero fácil corrupto y corruptor, están las raíces y la gente capaz de apreciarlas y vivir la vida como viene, sin dejarse llevar por el espejismo del dinero sucio.

De ahí en fuera, como digo, está la vida desierta de cierta promotora de la lectura y la narración oral -o sea, esta meritita yo- que encuentra en Caborca una comida muy simplona, aunque de cuando en cuando hay la posibilidad de darse una escapadita por opciones como la comida china por ejemplo, entre los pocos ejemplos posibles. Pero también están los ostiones de por esta costa nada pacífica del Pacífico y está el vino bastante pasable de estas tierras kinianas; conste que lo dejo bien claro y conste también que de cuando en cuando me riego a mí misma meritita con buenas dosis de blanco, que para algo es la vida breve, como nos enseñan los clásicos.

Una colega me dijo que para escribir en la prensa local y ampliar así nuestro trabajo de promotoras, con el complemento del artículo, la reproducción de textos y bla, bla, bla. La verdad es que hay que pensarlo muchas, muchas veces, nada más hojear y ojear las páginas del Sol de Caborca, El Imparcial (uno más ¿sabe alguien cuántos periódicos se llaman imparcial en este irrepetible país nuestro), El Diario del Desierto y el etcétera de siempre. El verdadero diario de aquí es El Diario de la Güeva y a ese de seguro que le entro, asegún como me paguen la colaboración.